miércoles, 11 de mayo de 2022

Crónicas de la Dragonlance

 


A los escritores de fantasía les gusta usar la palabra «crónicas» en sus títulos: Crónicas de Prydain, de Narnia, de Shannara... Hoy toca de la Dragonlance, una trilogía que llevaba un montón de años sin leer. Mis recuerdos sobre ella eran buenos, pero ese joven que las leyó ya no existe: el tiempo te cambia lo quieras o no, aunque algunos parecen ser casi inmunes a él. 

Si dijese que lo pasé tan bien como la primera vez, mentiría; sin embargo, volver a estar bajo las órdenes de Tanis, el líder del típico equipo de aventureros, ha sido divertido. Y además mi edición de coleccionista contiene numerosas anotaciones muy interesantes. Sin ir más lejos, uno de los autores afirma haberse inspirado en el capitán Kirk para crear a Tanis, lo cual tiene mucho sentido porque ambos son la piedra angular de un grupo. Éste se acabaría rompiendo sin ellos cerca para paliar los inevitables roces. 

Las Crónicas de la Dragonlance no es lo mejor del género, eso es evidente; los personajes están ahí para cumplir una función concreta, tiene giros predecibles, elipsis inadecuadas y una trama sin mucha profundidad. Podría decirse que es un muestrario con los clichés más comunes de la fantasía. No faltan, por ejemplo, los cadáveres que aún sostienen las armas mágicas que usaban en vida, o las ciudades que atrajeron la atención divina por su extrema vanidad, igual que Babel. Con todo, es una obra que me gusta. Me va a costar justificarlo, pero es así. Pienso que es un clásico por derecho propio y una buena entrada al género, sobre todo para los jóvenes que no quieren enfrentarse a la prosa de Tolkien. 

Tiene sus virtudes: el ritmo es bueno, hay suficiente espacio entre los combates, que no son pocos, y algunos de los personajes son muy carismáticos. Raistlin, el mago, es con diferencia el más interesante debido a su ambigüedad: a veces no es fácil saber sus intenciones. También está la clásica pareja que aporta humor, en este caso el enano y el pequeño kender. Es un grupo, en definitiva, variopinto y divertido; aunque quizá demasiado numeroso. Por eso los autores optan por separarlo en un determinado punto, lo cual es un acierto. 

Y si te gustan los dragones, tienes suerte porque son marca de la casa. Pocas veces vas a encontrarte tantas de estas criaturas en un texto. Los hay del bien y del mal; de fuego y de hielo... Supongo que los dungeon master de Dragones y mazmorras deben pasárselo pipa cuando introducen a varios en sus campañas. Pobres jugadores. 

Todo lo anterior está envuelto por escenarios bien diseñados y llenos de sorpresas, aunque poco originales. Lo más imperdonable, desde mi punto de vista, es usar la niebla para ahorrar la descripción de una batalla. Así sólo se consigue dejar al lector con la miel en los labios. Por suerte, la invasión de fuerzas malvadas a la que deben enfrentarse los personajes basta para mantener vivo el interés, en especial cuando deben ir de incógnito. 

Merece la pena leer estas crónicas al menos una vez. Luego, si te gustaron, puedes seguir con las Leyendas de la Dragonlance

Ah, estas lecturas me trajeron recuerdos de aquellos dibujos ochenteros tan chulos... Qué tiempos. 

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