viernes, 16 de junio de 2023

Tom Bombadil

 


Cuando me preguntan cuál es mi personaje favorito del imaginario tolkieniano, siempre digo lo mismo: Bombadil. Esa respuesta suele provocar alzamientos de cejas, miradas torvas, combustiones espontáneas, amenazas a punta de pistola y gritos de terror. De momento, sólo una persona comprendió al instante por qué me atrae ese personaje tan raro; así que voy a explicar mis motivos. 

Suele decirse que la obra de Tolkien es muy maniquea, con personajes extremadamente buenos o malos. Hay uno en concreto, Ungoliant, que va más allá de la maldad: es la forma que tiene Tolkien de representar al mal en su estado más puro. O eso me parece. Es una criatura oscura, temible, una araña inmensa con un apetito tan insaciable que quizá llegó a devorarse a sí misma. Mucho de lo que consideramos malo (el mal y el bien son conceptos humanos; no existirían sin nosotros) tiene que ver con el anhelo de adquirir poder. Arribistas trepando una montaña de cuerpos exánimes. 

La antítesis de esa idea sería Bombadil, un hombre misterioso y sonriente que vive en paz sin deseos superfluos. A Bombadil le basta con lo que tiene, por eso es incorruptible y ni siquiera el anillo único es capaz de afectarle de alguna manera. Está por encima de él. Podría decirse que es como uno de los filósofos antiguos, como Diógenes o Epicuro. No me extrañaría que Tolkien pensase en ellos al construirlo, igual que tal vez se inspiró en el anillo de Giges para crear al único. 

¿Cómo no interesarse por un personaje así? Cuando lo mencionan en el concilio de Elrond, se explica que podría guardar el anillo; pero no entendería por qué y acabaría por perderlo en algún sitio. En ese aspecto se parece a Momo, de Ende, la niña que se encongió de hombros ante un aluvión de regalos. Ella sabía, igual que el zorro de El principito, que lo esencial es invisible a los ojos. Muchos humanos consumen su vida sin haberse percatado de eso, sin comprenderlo jamás. ¿Poder? ¿Admiración? ¿De qué te sirven?  

Recuerdo a un profesor que en una entrevista aseguró que la felicidad era tomarse una caña por la tarde, acompañado de un amigo. Tiene suerte porque se ha percatado de los detalles verdaderamente importantes. Puedes cambiar ése por otros según la personalidad de cada cual: leer un buen libro, escuchar música... Por supuesto, habrá quien prefiera dominar el mundo; pero eso le hará desgraciado a menos que lo logre, lo cual es un poco difícil. 

Volviendo a Tom, el misterio que lo rodea contribuye a encumbrarlo. Si no recuerdo mal, Tolkien dijo que era un espíritu; pero eso no basta para eliminar los debates sobre su origen. ¿Es uno de los Valar? ¿De los Maiar? ¿O alguien unido a la Tierra Media, un ente que surgió con ella? Sea lo que sea, me gusta su aparición en el libro, y también que no esté en la película; dudo que hubiese funcionado en ella. Supongo que habría sido confuso para algunos espectadores ver a un tipo tan extravagante. ¡Hola, Dol! ¡Feliz Dol! ¡Toca un Don Dilló!