miércoles, 16 de agosto de 2023

Dream Quest, el diseño sobre la apariencia

 


Al grano: Dream Quest es uno de los mejores juegos de cartas que puedes encontrar en PC y móvil, pero sus gráficos echan para atrás a un gran número de personas. Es la creación de un genio que no se preocupó por la estética, aunque algunos encuentren cierto encanto en esas imágenes naifs. El protagonista es, literalmente, un monigote, y los enemigos parecen dibujados por un niño. De hecho, es posible que sea así. Sin embargo, los que sean capaces de superar esa barrera encontrarán un auténtico tesoro. Por algo este juego es el padre de varios títulos exitosos, como Slay The Spire.  

En Dream Quest hay dos aspectos que lo hacen muy especial para cierto tipo de jugadores: la inmensa cantidad de contenido desbloqueable y la enorme dificultad, pues bebe directamente de los roguelikes tradicionales. El juego crece contigo a medida que avanzas: más enemigos, cartas, personajes. Llegar hasta el jefe final es todo un reto, y no digamos matarlo. Para eso hacen falta muchas horas e intentos fallidos. Yo juego desde hace bastante y jamás he conseguido derrotarlo, salvo en una ocasión que estuve cerca. 

Cuando subes de nivel, puedes escoger entre dos beneficios

Sólo hay cuatro personajes al principio, pero terminarán siendo más de diez. La partida cambia de forma radical según el héroe que elijas, porque las cartas que aparecen en las tiendas están relacionadas con la clase: a un monje le saldrán patadas; a un mago, bolas de fuego, etc. Como el juego es, en esencia, un constructor de mazos, se vuelve imprescindible buscar la manera de refinar lo que tienes, eliminar las cartas básicas que te dan al principio. Y aun consiguiéndolo es posible perder, porque en cualquier momento puedes toparte con un enemigo diseñado para contrarrestar esa fabulosa combinación que tanto te ha costado conseguir. Los que asaltan por sorpresa cuando el personaje va de un lado a otro suelen ser especialmente desagradables. 

A la dificultad hay que añadir las más de trescientas cartas y setenta monstruos, los cuales varían en cada partida. Todo eso consigue que cada intento sea diferente al anterior, que se deban tomar decisiones nuevas y complicadas en cada uno. ¿Añado esa carta que tanto me beneficia o elimino ese pobre ataque de un daño? ¿Voy ahora a por el jefe o subo un nivel más de experiencia? Por si fuese poco, cada héroe tiene habilidades únicas que pueden activarse para ayudar en los combates; así que conviene encontrar sinergias con ellas. También hay que pensar bien qué ventaja obtener al pasar de fase, pues te ofrecen varias para escoger: oro, subir un nivel, la posibilidad de huir, más vida, mana... 

Aunque parezca lo contrario, Dream Quest es muy sencillo de aprender, lo cual le da incluso más valor. Es una lástima que los gráficos paupérrimos sean una barrera. El programador, Peter Whalen, habló hace tiempo de una actualización para mejorarlos; pero nunca llegó a hacerla. Quizá su trabajo actual en Blizzard lo tenga demasiado ocupado. A pesar de ello, no puedo dejar de recomendar este título si tienes una alta tolerancia a la frustración —es común perder por un golpe de mala suerte—, y eres capaz de soportar las imágenes.