domingo, 14 de enero de 2024

¿Han muerto los blogs?

 


Acabo de borrar la última entrada porque me pareció demasiado escueta y la escribí con desgana, sinceramente. Hay dos motivos: falta de tiempo y desmotivación. Lo primero se debe a haberme dedicado a escribir durante cinco meses, con suma disciplina, para terminar una novela; lo segundo, a la nostalgia de la época dorada de los blogs y foros. No es que tenga mucho interés en llamar la atención y recibir un aluvión de visitas —prueba de ello es que abandoné un blog más exitoso. Res, non verba—; pero a veces parece que no haya nadie al otro lado, excepto el amo y señor de Historias de Iramar, que debe estar tan loco como yo. 

A pesar de todo, sigo pasando por aquí de vez en cuando para escribir alguna cosa. Lo hago por mero entretenimiento. No viene mal tener un espacio íntimo en la red, uno donde se quedan ordenadas tus reseñas, opiniones, etc. Pienso que los blogs que aún sobreviven se debe, entre otros posibles motivos, a eso: hay quien monta puzles, y quien escribe. Cada cual busca su manera de divertirse. Además, es satisfactorio alimentar al blog y ver cómo va creciendo poco a poco. Por desgracia, no parece que los más jóvenes estén muy interesados en eso de juntar letras por estos lares; así que la nada acabará por engullirlos. No descarto estar equivocado, ojo. Nunca descarto esa posibilidad en cualquier tema. Pero es descorazonador ver que ni siquiera el gadget de seguidores funciona ya correctamente, como si fuese una enfermedad terminal. 

En dos mil cinco compré un PC con mi primer sueldo y conocí internet. Recuerdo que por aquel entonces escribía relatos breves, fanfics, y los ponía en foros para leer diferentes opiniones sobre ellos. Todos esos foros han dejado de existir. Fueron desintegrándose a medida que las redes sociales aumentaban su popularidad. Seguro que tú conoces alguno que también fue devorado por el incesante cambio, como el inmenso Clan Dlan, sitio donde podías descargar un sinfín de traducciones hechas por fans. Usé alguna en juegos clásicos. 

Cinco años más tarde, en dos mil diez, empecé un blog que se llamaba La vieja calle del panadero. No tenía ni idea de cuánto iba a durar aquello, pero funcionó durante un lustro, antes de que me mudase aquí. Ya en ese momento intuía lo que estaba sucediendo, así que opté por reducir mi actividad y esconderme un poco. De esa forma, mi posible desaparición no sería muy llamativa, porque abandonar blogger me pasó por la cabeza más de una vez. Y, como dije, los números no me preocupan demasiado. Por eso seguí con mis zarandajas en este pequeño rincón. Sin embargo, una cosa son los números y otra la sensación de soledad que transmite un mundo postapocalíptico. Hay otras razones que me llevaron a dejar mi antiguo blog, pero son personales y no me apetece abordarlas. Haré un resumen. 

¿Has visto la serie Invincible? En ella, si no recuerdo mal, el título se va ensangrentando cada vez más, dando a entender que el idealismo inicial del protagonista se resquebraja. Algo similar me sucedió a mí: la visión que tenía de ciertas cosas fue destruida por completo. Durante años pensé que quizá era una paranoia mía, pero al final descubrí que estaba en lo cierto, lo cual tampoco es que me anime; preferiría haber estado equivocado. 

De momento, imagino que seguiré por aquí, seré uno de los últimos supervivientes. Espero que el desánimo no me derrote por completo. 

Sobre la pregunta que da título a esta entrada, no, no lo están. Seguirán vivos mientras haya alguien manteniendo la llama encendida. Basta con que una única persona siga escribiendo reseñas, enseñando fotos de sus viajes, o lo que sea, para que se vea un poco de luz en la oscuridad. Y cuando llegue el final, no importará: lo nuevo se construye sobre lo viejo.