sábado, 12 de febrero de 2022

La casta de los metabarones


Jodorowsky no me cae muy bien, sinceramente; a veces dice cosas que me hacen fruncir el ceño. Sin embargo, es un narrador con la capacidad de sorprender y fascinar. Se nota que goza de una libertad absoluta a la hora de construir sus historias. Me percaté de ello al leer El Incal, cómic que ahora se encuentra entre mis favoritos. La casta no me ha gustado tanto, pero se queda muy cerca. Hay quien prefiere uno u otro... o ninguno. Depende, imagino, del anhelo que se tenga de leer algo poco convencional. 

Cuando uno se adentra en La casta, lo primero que llama la atención es el impresionante dibujo de Juan Giménez, autor fallecido por el COVID. El estilo oscuro y detallista es diferente al de Moebius, mucho más limpio; pero conecta muy bien con el tono trágico de la narración. Las viñetas transmiten una épica inefable que no vas a encontrar en otros medios. 

Los metabarones son una familia de asesinos mercenarios, los guerreros supremos. Nadie les iguala en poder y son capaces de las proezas más inimaginables. El precio de tamaña fuerza es una vida trágica, henchida de infortunios. Cada uno de ellos debe someterse a la terrible prueba del dolor —¿inspirada en la caja de Dune?—, donde serán mutilados, y a la tradición de enfrentarse en combate mortal contra sus padres: para llegar a ser el nuevo metabarón hay que matar al viejo metabarón. Esto quizá te haga sospechar que el cómic es redundante, pero nada más lejos: puedes esperar cualquier cosa si Jodorowsky maneja los hilos. 

Si buscas una historia perfectamente construida, Alan Moore las hace. Si, en cambio, lo que quieres es quedarte con la boca abierta, Jodorowsky lo conseguirá en cada uno de los ocho volúmenes que conforman La casta. Para que te hagas una idea, el dibujante llegó a desafiarle con la idea de un metabarón sin cabeza, y de ahí nació Cabeza de hierro, el personaje corpulento que ves en la primera imagen. Al final resultó ser uno de los más interesantes, aunque hay algunas «casualidades» en su trama que no me han convencido. No diré cuáles porque tú mismo las descubrirás si lo lees. Son un error de poca relevancia, a mi parecer; aunque habrá a quien le molesten más. 

Hay un recurso para atenuar los abundantes momentos dramáticos: un par de simpáticos robots que sirven de contrapeso. Uno de ellos le cuenta al otro la historia de sus amos, los metabarones. Estos personajes, que podrían hacer una función similar a la de C3PO y R2, generan rechazo entre muchos lectores. Pienso en dos motivos: parecen relleno y su humor es terrible, pueril. Cuando uno dice, por ejemplo, «Ahora vas a tener que pedirme perdón treinta veces», en la viñeta del otro vemos esa palabra repetida treinta veces. Creo que era necesario un humor más negro, algo que entroncase con el contexto violento. 

Con todo, La casta es uno de los mejores cómics que he leído hasta la fecha. No son pocas las veces que consiguió asombrarme con situaciones inesperadas. He de añadir, para ser honesto, que soy lego en cómics. Aún me quedan por conocer bastantes obras notorias: La cosa del pantano, The Sandman... Dispongo de poco tiempo y la pila de pendientes se ha convertido en una montaña.