lunes, 9 de octubre de 2023

Esperanza del venado

 

Lo que menos me gusta de Esperanza del venado es el primer capítulo; lo que más, todo lo que viene después. Y lo único que me hace fruncir el ceño en esas primeras páginas son los nombres: ¿Enziquelvinisensee? ¿No bastaban menos sílabas? De todos modos, es un detalle banal que no tiene por qué molestar al lector y no opaca una gran historia. Si tuviese que hacer una lista con mis obras favoritas del fantástico, ésta ocuparía un lugar en ella sin ninguna duda. 

El argumento parece sencillo y típico: un rey despiadado que se pasa de la raya, abusa, y un noble al que se le ocurre que todo sería mejor si el rey fuese él. Esto es algo que se ha visto cientos de veces en el cine y otros libros; empero, se complica, y mucho: venganzas, dioses, poder divino, una ciudad sórdida que rezuma iniquidad. El protagonista, que no es ese noble advenedizo, tiene que moverse en un ambiente muy oscuro e interesante, y conoce a personajes bien construidos, memorables. Podría explayarme, pero con esta novela es difícil no destripar algo. Mi consejo es que la leas sin buscar nada en la red. Adéntrate en ella sabiendo lo menos posible, igual que hice yo. 

Me sorprende lo que voy a escribir ahora: Esperanza del venado me ha gustado más que El juego de Ender. Me enganchó tanto que era incapaz de parar hasta terminarlo. Ahora bien, esto es una visión personal y puede que a ti no te suceda lo mismo. Hay escenas especialmente violentas que pueden provocar rechazo en el lector. De hecho, Card busca que haya una atmósfera cargada de violencia en todo momento. Hasta el uso de la magia tiene un carácter despiadado; es necesario recurrir a la sangre para emplearla. 

El ritmo es veloz: mucho diálogo y descripciones sencillas que, aun cuando son abundantes, siempre hacen avanzar la trama. Gracias a esto, es posible leer la novela en poco tiempo. Además, hay algunas sorpresas perfectamente engarzadas, las cuales refuerzan el interés en los últimos momentos, donde se despliega un final sobresaliente y poco común; un final que conecta a la perfección con todo lo anterior. 

Lo más meritorio, a mi parecer, es Inwit, la ciudad en la que se desarrolla la mayor parte de la historia. Al principio del libro queda claro que tendrá un protagonismo especial, porque hay un mapa muy detallado de ella: cada barrio, cada rincón. No sé quién lo habrá dibujado. Si fue Card, tiene una paciencia envidiable. Yo no me pasaría tanto tiempo haciendo cuadraditos. Lo interesante es que Inwit está descrita con maestría: el autor nos va metiendo lentamente en ella, desde las puertas hasta el interior. Y nos va mostrando sus temibles costumbres: nada más entrar, le hacen un tajo en el rostro a los visitantes; se trata de una marca que sirve para controlarlos: si está curada y el pase de tres días ha vencido, les cortan una oreja. 

Inwit es uno de los lugares más llenos de picaresca que encontrarás en todo el género, ya que lo peor del ser humano se muestra una y otra vez. Engaños, trampas, robos, torturas. No es una buena idea ir allí de vacaciones. Lo que sí sería bueno es leer Esperanza del venado. Qué libro. El autor, al parecer, tiene ideas polémicas y grandes defectos como persona; pero nadie puede negar su destreza en el arte de la narración.