viernes, 8 de julio de 2022

¿Hay vida en otros mundos?

 


En la entrada anterior mencioné un relato de Clarke, El centinela. Muchos lectores fueron fascinados por su final, percibieron el sentido de la maravilla en su máxima expresión. Pero eso no es nada comparable a descubrir, a ser consciente, de lo inmenso que es el universo. Es tan grande que las palabras se quedan cortas para definir su tamaño. 

Una vez escuché el monólogo de un humorista que se mofaba de eso: «Hay gente que cree en la vida extraterrestre porque "el universo es muy grande"». Me temo que tanto él como el público, que se carcajeó con ganas, ignoraban sus dimensiones o no se pararon un momento a reflexionar sobre ellas. 

Para empezar, todo nuestro sistema es una mota de polvo en el camino, un grano de arena en el desierto dentro de la Vía Láctea, una galaxia con unos trescientos mil millones de estrellas. Si quisiésemos viajar a Próxima Centauri, la más cercana al Sol, nos llevaría cuatro años a la velocidad de la luz. Y superar esa velocidad es imposible. Los escritores de ciencia ficción se las han ingeniado de múltiples formas para hacerlo, pero de momento está complicado el asunto. Los pocos exoplanetas similares a la Tierra son inalcanzables y seguirán siéndolo durante mucho tiempo. 

La Vía Láctea nos empequeñece, nos enseña nuestra insignificancia. Ella bastaría para pasarnos una eternidad explorando; sin embargo, sólo es el principio: hay otras galaxias con infinidad de estrellas. Incluso la Vía Láctea, con toda su grandeza, debe inclinarse humildemente ante lo que la rodea. De hecho, la galaxia de Andrómeda no tendrá ninguna consideración cuando colisione con la nuestra en el lejano futuro, igual que el Sol cuando le dé por apagarse. Al universo no le importa demasiado dónde vivan unos monos pelones. Por él, como si se borran con armamento nuclear; el ballet cósmico seguirá como si nunca hubiesen existido. 

Considerar, por lo tanto, que somos especiales y no hay ninguna otra especie, me parece un dislate. Las condiciones para que haya vida en un planeta son complicadas, pero estadísticamente debe existir más de uno que las reúna. Ahora bien, las distancias son tan colosales que tal vez no nos encontremos jamás.

Puede que sea mejor así: esas especies no tienen por qué ser antropomorfas o ver la realidad de una manera similar a la nuestra. El entendimiento sería problemático, sobre todo porque tenemos la costumbre de considerarnos superiores; aunque quizá ese rasgo se difumine con los siglos. Aun así, supón que no valoren la vida de la misma forma, o que tengan la absoluta necesidad de seguir una creencia totalmente ilógica para nosotros, una creencia que dañaría sus intelectos si fuese abandonada. Las posibilidades son incontables. También podría suceder que se forme una alianza positiva para ambas especies, por supuesto. No hay que ir siempre hacia lo negativo. 

De todos modos, aún falta una barbaridad para echar un vistazo en los alrededores espaciales. Envidio a los pioneros que podrán desentrañar los misterios del cosmos, a los que pongan rumbo a la estrella más lejana sólo para echar un vistazo. Nosotros tenemos que quedarnos y soportar esta época anquilosada, aburrida. Las aguas seguirán estancadas mientras siga imperando la estulticia. 

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