lunes, 6 de junio de 2022

Star Trek: Strange New Worlds

 


Hay algunos destripamientos en esta entrada. No recomiendo leerla antes de ver los primeros episodios. 

El mes pasado se estrenó otra serie de Star Trek. Parecía que esta vez iban, al fin, a recuperar la fórmula clásica: una misión de exploración y diplomacia, ir a donde nadie ha llegado jamás. Y así es. De momento, los primeros episodios recuerdan a las clásicas aventuras de los sesenta; narran historias autoconclusivas donde se cumplen misiones de diferente naturaleza. Estas pequeñas aventuras entretienen, son fáciles de digerir. Es la primera vez que tengo la sensación de estar viendo Star Trek desde Enterprise, que no es poco.  

Sin embargo, no me llega a gustar del todo. Y esto no tiene nada que ver con la nostalgia, con desear consumir lo mismo, sino más bien lo contrario: quiero ver conceptos nuevos dentro de esa fórmula, no lo de siempre. Los guionistas han decidido no arriesgar ni un milímetro, al menos por ahora. Beben mucho del pasado y reciclan varios conceptos. Por ende, da la sensación de que ya está visto. Cuando conoces al nuevo ingeniero, por ejemplo, es difícil no pensar en Geordi. Y usar otra vez imágenes del famoso duelo vulcano denota falta de ideas. Puedes narrar nuevas historias sin mirar hacia atrás, aunque sea imposible evitar cierto número de conexiones. Si bien es cierto que lo anterior sirve para enriquecer el trasfondo de Spock, eso sí. 

Al capitán le falta, desde mi punto de vista, una personalidad más precisa; unas veces me recuerda a Kirk, y otras, a Picard. Es algo así como una mezcla extraña. Kirk es un jugador de póquer, usa la astucia para salir de los apuros; Picard, en cambio, es más un jugador de ajedrez, ordena y organiza desde el puente de mando. ¿Qué es Pike? Un poco de ambos. O es la impresión que me dio. Tal vez se explote su vertiente diplomática, lo cual estaría bien. 

Otro detalle que me descoloca es el gran número de relatos dramáticos. Todos en el Enterprise parecen estar atormentados por algo y necesitar ayuda psicológica. Pike sabe cuándo va a terminar como un vegetal, así que se ve a sí mismo en el futuro mire a donde mire; Spock tiene problemas con su lado humano; los padres de Uhura han muerto en un accidente y siente que la flota puede no ser su lugar; una oficial guarda en secreto sus mejoras genéticas —eso no está bien visto en la Federación—, y otra fue raptada y traumatizada por los pavorosos gorn; el médico esconde a su hija enferma en espera de una cura... Se han pasado, vaya. Para entrar en el Enterprise tienes que ser Oliver Twist. 

Los arcos de personaje están claros, pues: cada uno deberá superar sus problemas al tiempo que evoluciona. 

A pesar de todo, la serie me entretiene. Incluso tiene un episodio, el segundo, que me pareció interesante. Muestra a un grupo de alienígenas fanáticos que adoran y siguen a un cometa. La intencionalidad no es tanto hacer una crítica al fanatismo religioso, lo cual sería muy simple, sino dar a entender la ciclópea e inimaginable vastedad del cosmos. Ese episodio es Star Trek puro. Me recordó a un relato de Clarke, El centinela, porque la intención es la misma. Ojalá haya más guiones de ese nivel y la serie merezca la pena. 

Escribo esto después de haber visto sólo cinco capítulos, así que mi opinión puede variar bastante.