domingo, 7 de febrero de 2021

Mis diez películas favoritas (segunda parte)

 

Mención especial para las que se han quedado fuera por muy poco: Doce hombres sin piedad, Un día de furia, Los héroes del tiempo y Return To Oz. La última es de las que vi un montón de veces durante la infancia, pero me resisto a hacerlo ahora y desconozco cómo habrá envejecido. Supongo que muy mal, así que prefiero quedarme con las buenas reminiscencias que me quedan. 

5. El ejército de las tinieblas


Recuerdo ir al colegio y hablar de esta película con entusiasmo a cualquier incauto que se cruzase conmigo, porque para mí fue todo un descubrimiento. «¡Esta es mi escoba de fuego!». La tenía en VHS —qué tiempos— y no podía dejar de verla. Al paso de los años, fui detectando los numerosos errores que tiene, como las colchonetas que se distinguen en una escena; pero no me importan ni lo más mínimo: Sam Raimi hizo algo tan único y genial con este filme que sus faltas no logran empañarlo. ¿Cuántas veces, en aquella época, tenía uno la oportunidad de admirar la marcha de un ejército no muerto en su televisor? Una marcha, además, acompañada por una banda sonora excepcional y un humor destacable, ya que la película no se toma en serio a sí misma. 

El ejército de las tinieblas fue un soplo de aire fresco para los que jugábamos a rol y wargames de fantasía en los noventa, pues no era común que algo tan friki y gamberro circulase por ahí. Y estos asuntos no estaban bien vistos por la mayoría, que consideraba el fantástico —de la ciencia ficción ni hablemos— como algo propio de raros. Al menos así era en mi entorno. 

4.Willow


Para muchos es la mejor película de fantasía que se ha rodado. Yo no lo creo, pero lo entiendo: por algo está en la cuarta posición de mi lista. 

La estructura es el típico viaje del héroe —normal con Lucas de por medio—: hogar, elemento que viene «del otro lado», mentor, pruebas. Es curioso que ese «elemento» sea un bebé humano, porque en principio no tiene nada de especial; pero se trata de un humano que llega a un poblado de nelwyns; o sea, hobbits con otro nombre. De hecho, Lucas tenía planeado rodar El hobbit en un principio. Como no consiguió los derechos, hizo Willow. Yo lo prefiero así porque se trata de algo diferente. Además, es un muy buen filme: los actores lo hacen de miedo, la banda sonora de Horner es inolvidable, hay humor, lo cual siempre es un plus, y los paisajes son impresionantes. No se me ocurre qué más pedirle a una película. Quizá sea la nostalgia, pero no he encontrado nada parecido en el cine actual. Ni siquiera El señor de los anillos me emocionó tanto como esta aventura clásica y sus numerosos momentos catárticos. 

3. Conan el bárbaro


Aunque los dos títulos de arriba tienen una gran banda sonora, ésta se halla entre las mejores que se han compuesto para una película, ni más ni menos. La escucho mientras escribo esta entrada y hasta tengo el CD original, comprado en una de esas tiendas de música ahora desaparecidas. La épica que irradian los temas es inenarrable. Hay una parte en Crystal Palace —Conan el destructor— que me pone los pelos como púas de erizo. 

Y la película. ¡Qué película! No podían haber escogido a alguien mejor para interpretar a Conan; la inexpresividad y dureza de Arnold encajan a la perfección, igual que cuando fue un aséptico terminator. Él es el Conan de la pantalla y nadie podrá reemplazarlo. Dicho esto, los relatos de Howard están muy por encima y te los recomiendo si no los has leído. La parte donde Conan encuentra su espada es mucho más espectacular en el terreno literario, por ejemplo; aunque no sé si lo ahí descrito hubiese quedado igual de bien. Lo que funciona en un texto a veces no lo hace en el cine, y viceversa. Son dos formas diferentes de narrar. 

2. Dentro del laberinto


El ingenio y la imaginación de Henson, Terry Jones y Brian Froud, entre otros, dieron como resultado una obra sobresaliente. Lo único que puedo hacer es alabarla. La atmósfera, la música, los personajes, cada pieza se conjuga para generar algo maravilloso. Bowie hace una perfecta interpretación de Jareth, el rey de los goblins, y Connelly no se queda atrás. Los títeres tienen un diseño espléndido, incluso los que no aparecen en primer plano. Esto es, en suma, una película especial, irrepetible, que ha envejecido bien gracias a sus efectos tradicionales. Podría encontrarse perfectamente en la primera posición; pero ahí sólo hay espacio para una, la cual está relacionada con ésta, como se verá. 

Tras ver Dentro del laberinto me aficioné al género fantástico de inmediato, fue para mí la entrada a ese mundo. No me extraña que ahora, décadas después, se considere de culto y tenga hasta un juego de rol. Uno muy bonito, además. Lástima que mis días como rolero se hayan quedado muy lejos. Me queda la espinita de no haber sido el clásico pícaro. 


1. Cristal oscuro


«En otro mundo. En otro tiempo. En la era de la maravilla, hace mil años, esta tierra era verde y era buena, hasta que se quebró el cristal y un trozó se perdió...». Sí, Jim Henson y Brian Froud de nuevo. La primera vez que vi Cristal oscuro me fascinó por completo, aunque era muy pequeño y un par de escenas me desagradaron profundamente. Con el paso de los años, encontré a varias personas de mi generación que también sufrieron durante las mismas partes, a saber: la descarnada muerte del principio y el drenaje de vida. Lo último recuerda en exceso a una ejecución y es, desde luego, poco adecuado para el terreno infantil. Seguro que quien lo vea de adulto no notará nada raro, pero se quedó grabado en la mente de muchos niños. 

Igual que con El secreto de NIMH, la historia no me interesa tanto como el arte, que es sublime; sin embargo, pienso que tiene su interés: ¿a dónde llevaría la destrucción de lo que consideramos moralmente negativo? Seguro que la pregunta cobrará mucha relevancia en el futuro, cuando tal vez exista esa posibilidad. Lo único malo de Cristal oscuro es la sensación de vacío que deja cuando termina, porque sabes que no hay ni habrá nada similar en el cine.