Pensaba que había reseñado esta novela en el otro blog... pero no, para mi sorpresa, no lo hice; así que le pondré remedio. De la película no diré mucho porque me parece una versión laxa, una oportunidad perdida: aunque se deja ver, no supera al libro. Ni siquiera lo iguala. Tampoco voy a detenerme en las ideas peliagudas del autor. A pesar de que nunca le daría la mano, me gusta tener sus novelas en mi biblioteca.
El juego de Ender es, en mi opinión, una obra sobresaliente. Pocas veces un texto logró engancharme tanto y tenerme en vilo desde el principio hasta el final, incluso en las relecturas. Lo que voy a intentar resolver es por qué ocurre eso conmigo y otros lectores.
Mucho antes de que Harry Potter comenzase sus estudios en un colegio de magos, Ender tuvo que vérselas con una escuela de batalla. La humanidad está amenazada por una especie alienígena, los insectores, y debe buscar a un genio táctico para comandar las flotas. El coronel Graff es quien se encarga de seguir los movimientos de Ender y llevarlo al límite para ese propósito: haciendo gala de un utilitarismo extremo, toma decisiones basándose en el resultado final. O todo, o nada. Si Ender sobrevive, habrá un salvador; y si no, no lo habría conseguido, de todos modos. Para Graff, el fin justifica los medios. Y el bienestar de la mayoría supera al de la minoría.
El lector sabrá si eso es justificable durante el desenlace. No entraré en detalles para evitar destripes.
Los mecanismos que le dan vida a El juego de Ender, amén de esas cuestiones éticas, son dos: un protagonista con un gran potencial y una cadena de eventos excitantes, juegos de guerra, cuya dificultad va in crescendo. La mezcla de esos dos elementos sirve para alimentar la curiosidad del lector, que quiere descubrir hasta dónde puede llegar Ender: ¿conseguirá superar las pruebas a las que es sometido o claudicará en algún momento?
Sin embargo, ese gancho no basta por sí solo, ya que la trama debe tener picante; es decir, dar momentos variados y atrayentes. Y eso es lo difícil, en realidad. Es ahí donde Card demuestra tener una gran capacidad narrativa, porque traza un camino lleno de escenas memorables. A pesar de que muchas transcurren en un entorno limitado, sabe arreglárselas para que no sean redundantes, logra mantener viva la llama del interés. Ender no lo pasará bien en esa escuela de batalla, pues estará rodeado de conflictos; con todo, Card le dará determinación y algunos compañeros en los que apoyarse.
Conclusión: la novela es adictiva en extremo debido, sobre todo, a dos evoluciones constantes que van de la mano: Ender y los juegos. Por si fuese poco, hay un giro final muy bien pensado; aunque yo fui capaz de predecirlo. Desconozco si eso es habitual, pero no me importó porque luego llega un desenlace excelente.
No puedo opinar sobre la continuación, La voz de los muertos, porque nunca fui capaz de leerla; me aburro demasiado rápido. El problema soy yo, asumo, pues tiene muy buenas críticas. Algún día me animaré y le daré otro tiento.