jueves, 5 de enero de 2023

Lágrimas de luz

 


La primera impresión fue mala: el inicio me pareció ampuloso y, tras echar un vistazo a algunos capítulos, hallé diálogos donde los personajes dedicaban demasiado tiempo a explicar sus ideas. Hay, por tanto, un problema de ritmo, al menos desde mi subjetividad como lector. Pienso que podrían recortarse unas cuantas partes sin que la historia se resienta. 

Sin embargo, el objetivo principal de una novela no es sino el entretenimiento. Y eso lo cumple de sobra. Es interesante seguir los pasos de Hamlet, el protagonista, porque sirve de escaparate para echar un vistazo en esa tercera edad media, esa distopía donde los humanos son piezas de una conquista sempiterna. Hamlet, poeta mujeriego y melancólico, será usado como instrumento: sus trabajos deben maquillar las guerras, darles un toque épico y romántico. Para eso existen los poetas. Quien se atreva a salirse de esa línea, no será útil. Esto entronca con la realidad de hoy, donde muchos escritores son herramientas del mercado ideológico. 

Además de esa idea, Rafael se atreve a viajar por otros caminos peligrosos. Ejemplo: ¿habría racismo si todos los humanos fuesen blancos? La respuesta es que sí, por supuesto; aunque el autor podría haber ido más lejos: ¿si las condiciones materiales hubiesen sido distintas, serían otros los sometidos? Conozco a personas que no se atreven a responder esa pregunta. El martillo que se usa para romper el imaginario colectivo es muy pesado, me temo; no cualquiera puede con él. Lo que está claro es que Lágrimas de luz incita a la reflexión. 

Así que tenemos un libro entretenido que además mueve los engranajes del cerebro. No está mal. Personalmente, lo que no me ha gustado es la prolepsis del inicio, porque es una promesa que se retrasa mucho en una historia poco ágil. Pasadas las doscientas páginas, empiezas a pensar cuándo vas a encontrarte con ese Hamlet más veterano e interesante. Las recurrentes escenas de sexo empiezan a hacerse muy extensas, y los diálogos, interminables. Tampoco ayuda que haya un duelo entre dos personajes cuya muerte no signifique nada para el lector, salvo un encogimiento de hombros. 

Dejando eso a un lado, el libro está escrito de manera exquisita, lo cual ya es un buen aliciente para mí, y las situaciones por las que pasa el protagonista son atrayentes. Es fascinante recorrer su período de aprendizaje, donde aprende la manera «correcta» de escribir, o su paso por el ejército, donde vive experiencias terribles. Lo que viene después, no lo detallo para evitar destripes, también merece la pena. La novela es redonda y funciona hasta el final. Esto tiene mérito porque el autor era joven cuando la escribió. 

El único problema, como ya mencioné, es el ritmo. Por eso algunos lectores se quejan de que hay poca acción. Yo mismo a veces tenía la impresión de que la historia se quedaba atascada, así que aumentaba la velocidad de lectura hasta que se ponía en marcha de nuevo. Si eres de los que tiene problemas con la prosa de El señor de los anillos, que no es para tanto, será mejor que ni te acerques a Lágrimas de luz

No creo que sea lo mejor que se ha escrito en la ciencia ficción española, como he leído en un foro; pero sí es una obra excelente con un nivel altísimo. Muy recomendable. 

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