sábado, 22 de agosto de 2020

Tormentum - Dark Sorrow


Espoleado por la nostalgia de aquellos años donde las aventuras gráficas brillaban, me hice con este título que destaca, sobre todo, gracias a una estética imponente que recuerda al arte de Giger, el culpable de que la teniente Ripley tuviese que enfrentarse a una de las criaturas más aterradoras del cine. Las imágenes son tan buenas que es fácil olvidarse de la historia y quedarse pasmado, admirando esos diseños escabrosos e intrincados. También las criaturas que pueblan este universo van por el mismo camino, pues son inquietantes y ambiguas, lo cual, como se verá, es acertadamente premeditado. 

Tormentum comienza enseñándonos el imperativo categórico de Kant: actúa como creas que debería actuar todo el mundo, no por conseguir una satisfacción personal. Y, por supuesto, trata a los demás como un fin, nunca como un medio. Cuando vi esa máxima en la introducción, me pregunté si la pusieron ahí sólo porque queda bonita; pero luego descubrí que entronca de manera absoluta con la columna vertebral del título: en no pocas ocasiones se le ofrece al jugador la posibilidad de tomar una u otra decisión moral, y las consecuencias de esas elecciones no van a ser pequeñas. Esto invita a pasarse la aventura de nuevo, aunque he de advertir que la recompensa será siempre exigua. El final es una de las pocas taras —quizá la única— del juego.

Los puzles tienen la dificultad justa para que puedan ser resueltos sin perder mucho tiempo; no son complicados y a veces hasta puede encontrarse la solución en el propio juego. Además, las secciones donde ya no quede nada por hacer se bloquearán, reduciendo así el espacio y, por ende, la dificultad; el jugador nunca se ve abrumado por un mundo demasiado grande y lleno de posibles interacciones, como sucede en algunas aventuras clásicas. Me viene a la memoria la época en la que jugaba a Myst —era un crío—, y me quedé atascado en la isla un buen rato hasta que se me ocurrió lo de la torre y la rotación...

Lo que no me gustó tanto fue la historia, aunque tiene algunos giros interesantes y sorpresas ocultas. Se pone más empeño en el impacto visual de los personajes que en su trasfondo; así que, salvo el protagonista y alguna que otra excepción, no llegamos a saber casi nada de ellos. Esto tiene su lado positivo: el misterio que les envuelve proporciona cierto atractivo y da lugar a la especulación. Pasa algo parecido con los decorados a pesar de que se da más información sobre ellos, la justa para mantener el interés hasta el final.

La apagada banda sonora complementa con acierto a ese universo gigeriano, refuerza su tono descarnado y lóbrego. Es perfecta para no distraer en esos momentos donde deben resolverse puzles. Algo como el Ratamahatta de Sepultura lo mismo podría romper concentraciones.

Es verdad que Tormentum no es Monkey Island o Day of the Tentacle, pero tiene un arte que lo hace único y le da un atractivo especial. No debería decepcionar a nadie que le gusten las aventuras gráficas. Asimismo, es una excelente entrada al género porque su dificultad nunca llega a ahogar al jugador.

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