domingo, 25 de febrero de 2018

El propio enemigo


Ahora que Star Trek Discovery, una serie amena que bebe mucho del pasado, acaba de emitir su primera temporada, me parece un buen momento para recordar uno de los episodios que más me sorprendieron de la tripulación original; en él se muestra un concepto interesante que aparece alguna que otra vez a lo largo del vastísimo universo trekkie.

Cuando leí la sinopsis de El propio enemigo, justo antes de colocar el disco en el reproductor, cometí el descuido de prejuzgarlo: «Seguro que es el clásico enfrentamiento entre el bien y el mal para que se luzca el primero; es decir, aparece un Kirk malo que intentará asesinar al bueno pero fracasará y morirá. Aplausos. Risas. Spock dice "fascinante" y entran los créditos finales». No tardé mucho en percatarme de mi error, porque el guión tiene una profundidad que no me esperaba, pone al descubierto lo que un humano puede averiguar si se atreve a hacer el temido viaje introspectivo. En mi defensa diré que durante los primeros minutos aparece un perro con un disfraz extremadamente cutre, lo cual hace que sea complicado tomarse en serio lo que sucede. Hay que echarle un poco de imaginación para paliar lo mal que envejeció la serie.

El Kirk negativo, que surge por un fallo en el transportador, no tarda en hacer de las suyas: lucha, bebe, tiene una actitud irracional y hasta intenta violar a la primera que se pone a tiro. Entretanto, el positivo descubre que es incapaz de tomar decisiones, sobre todo si hay otras vidas en juego. Lo que le da fuerza a la trama es que no son dos entidades distintas, autónomas, sino un mismo individuo dividido en bondad y malevolencia. Al principio ambos recelan, combaten —el lado nefario hasta el final—; pero luego no les queda más remedio que fusionarse para formar al auténtico capitán, porque separados tienen una languidez progresiva que podría llevarles a la muerte.

Se usa un argumento similar en La piel del mal, episodio de la nueva generación donde una misteriosa raza abandona su maldad en un planeta. Y si nos vamos a lo último que se ha hecho, un personaje de Star Trek Discovery habla de aceptar nuestro lado umbrío para atenuarlo y seguir adelante. El mensaje, que podría ser asimismo el de Cristal oscuro, dice que no es una buena idea intentar deshacerse de un aspecto que te pertenece, que forma parte de ti. Los humanos de Star Trek lo saben, por eso detrás de sus sonrisas sólo anida sinceridad, despreocupación; comprenden su ambigüedad y la admiten. Siempre he pensado que el Abraxas de Hesse, la versión que usa en Demian, podría ser el perfecto dios de la humanidad, pues en él se mezcla lo que entendemos como el mal y el bien. Baltasar Gracián diría serpiente y paloma.

También se usa esa dualidad en el propio universo trekkie, porque en Mirror, Mirror —acá Espejo, espejito— los protagonistas viajan por primera vez a una dimensión donde los humanos siguieron un camino diferente: imperio, esclavitud, tortura, asesinatos legítimos para ascender. Hay episodios dedicados a dicha dimensión en futuras series, incluida la última.

El propio enemigo. Menudo capítulo. Me gustó tanto que no me sorprendió ver a Richard Matheson en los créditos finales. Imaginaba que el guionista debía tratarse de alguien fuera de lo común. Desde luego, en la serie original pueden hallarse auténticas joyas. Una pena su estética trasnochada, aunque aún tenga cierto encanto que sólo los sesenta pueden transmitir.

2 comentarios:

  1. El teletransportador lleva consigo fascinantes cuestiones éticas: ¿es posible teletransportar la propia consciencia?.
    ¿Cómo, en el nombre del Hacedor, es posible dividir un ser vivo en partículas subatómicas y luego volver a reconstruirlo sin error, y al mismo tiempo transportar su consciencia y su memoria? En definitiva, su alma.
    Al hilo de esto, Rescate en el tiempo de Crichton y sus errores de transcripción abren nuevas posibilidades.

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    1. A mí me pasa lo mismo que al médico de la serie: la idea de subirme a ese cacharro y transportarme me da escalofríos. Afirman que es la mejor manera de viajar..., y luego mira lo que ocurre: te sale un gemelo malvado, o hay problemas de energía y nunca regresas, o sólo aparece una parte, o...

      Me quedo con la lanzadera.

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