domingo, 15 de marzo de 2015

Adiós, Spock


Conocí al primer oficial del Enterprise viendo una de las mejores películas de Star Trek, La ira de Khan, cuyo guión homenajea a ese célebre clásico de Melville que tiene tantas ballenas; de ahí que el libro aparezca en el filme. Además, no faltan buenas frases: «Usted parte de un supuesto falso, yo no tengo ego que pueda ser herido», le decía Spock a su avezado capitán, y era cierto: los vulcanos reprimen sus sentimientos porque arrastran un pasado violento, mucho más que el nuestro, y temen volver a él. Con un trasfondo así, es difícil que el personaje no posea carisma; de hecho, me atrevería a decir que eclipsó a Kirk..., aunque este cowboy espacial también esconde cierto encanto: encarna el romanticismo por la aventura, el riesgo, ir a donde nadie ha ido jamás. Tampoco hay que olvidarse del quisquilloso doctor de la nave, pues fue el tercer pilar de la serie original, el contrapunto a un frío y austero oficial científico de aspecto feérico. 

Esa película me sirvió de entrada al universo trekkie, porque luego no tardé ni un mes en devorar la serie original entera. En aquellos días, hace más de una década, no tenía ni idea de quién era Sturgeon; pero me entusiasmaba El permiso, episodio escrito por él. Trata de un planeta donde los pensamientos se hacen realidad, lo cual es la perfecta excusa para introducir un montón de locuras divertidas. ¡Incluso aparecía el conejo blanco de Alicia! Si tuviese que llevarme una serie a una isla desierta —o a Ceti Alpha V—, escogería ésta sin duda. Su estética trasnochada se compensa con un poco de imaginación por parte del espectador.

Como suele suceder, no todos los episodios merecían la pena; había algunos que resultaban nefandos, chabacanos. Lo interesante es descubrir las pequeñas joyas que se esconden entre ellos, porque el mejor Star Trek se halla en la primera aventura. Afirmo eso sin despreciar a las que vinieron después, ya que tienen sus momentos memorables, mágicos: jamás olvidaré La piel del mal, un capítulo de La nueva generación que se atreve a romper algunas normas no escritas de las series; no diré cuáles para no desvelar nada. Y en la última que han hecho, Enterprise, hay buenos capítulos antes de que los guionistas pierdan el rumbo.

Para mí, Star Trek es una serie optimista que no muestra a los humanos como son, sino como deberían ser; nosotros no somos Kirk, no somos Uhura; nuestro papel se halla representado por los alienígenas. La ira de los Klingon o la avaricia de los Ferengi difícilmente podrían ser más humanas, ¿no crees? Visto así, todo esto viene a ser una alegoría que nos enfrenta al verdadero enemigo: nosotros mismos. Habrá que desprenderse de muchas costumbres negativas para emprender el último viaje. Si eso no se consigue, quizá nos convirtamos en los terrores espaciales de otras especies. Voy a escribir de memoria —disculpadme si me equivoco— algo que dijo un personaje de Andrómeda: «Hemos aceptado que existe una divinidad que creó a las estrellas, a la lluvia, y sabemos que creó a las pesadillas, porque nos creó a nosotros».

Aunque no me considero un trekkie, he perdido la cuenta de las veces que soñé con poner rumbo a la estrella más lejana. Por cierto, sospecho que los humanos pervertirán eso de una u otra manera, son capaces de llenarlo todo de publicidad, o vete a saber; empero, seré optimista en honor a Nimoy: imagino a los terrestres del futuro abandonando banderas, fronteras, ideologías, prejuicios, hipocresía, dejando a un lado el etnocentrismo y la estupidez supina, el engaño del ser, avanzando hacia el progreso y la cultura... No, lo siento, apuesto a que harán lo de la publicidad: «Vean, acérquense, urtkatenses, les traemos un brebaje milagroso que se llama Coca-loca». Quizá el éxito de Viaje a las estrellas radica en que se enfrenta a esas tonterías, y lo hace con denuedo.

Me gustaba que Nimoy anduviese por ahí firmando autógrafos, apareciendo en diversos lugares. Ahora el planeta se ha quedado un poco gris: Spock no está y nadie podrá sustituirlo. ¿Qué digo? Sí que está: podemos visitarle en la Enterprise tantas veces como queramos. Seguro que se encuentra en el puente de mando, junto al sonriente Kirk y el malhumorado doctor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario